La delgada línea


“Entre al cuarto, luz tenue, aromas relajantes, velas cubriendo todos los ángulos del lugar, ella estaba esperando con una bata roja, su cuerpo podía delinearse casi con la mirada, me sonrió y me pregunto: con algo o sin nada? Como gustes, le conteste, pero vamos a cubrirte un poco si? ”
Situaciones, frases, gestos, sonidos, movimientos, durante el masaje, de ambos lados nos hace pensar en la mítica pregunta: puede la terapia, el masaje volverse algo sensual? No nos olvidemos que el “órgano sexual” más importante en el hombre y la mujer es la mente, entonces, jugando con nuestra imaginación…, cómo puede la mente algunas veces caminar sobre la delgada línea entre lo terapéutico y lo sensual?
La respuesta es simple, no hay forma de evitarlo, cuando nos recostamos sobre la camilla del profesional, estamos entregando nuestro cuerpo para ser estimulado, aliviado, del dolor, la tensión, el stress o simplemente la necesidad de aislarnos del mundo por un rato.
El contacto es inevitable, la química es un misterio, que se va dando a medida que el terapeuta se entrega al paciente como el paciente al terapeuta. En esos momentos casi no hay ideales, casi no hay modelos, nos entregamos a una catarata de estímulos y sensaciones, nuestro cuerpo se transforma en una catarata de endorfinas y adrenalina, nuestra mente viaja a donde sólo nosotros la llevemos, entonces… quién pone el límite? Cómo saber todo lo que pasa por la cabeza del paciente con cada roce. Sólo podemos saber lo que pasa por la nuestra…



Y qué nos pasa a los terapeutas? Primero somos profesionales, pero definitivamente somos humanos, podemos apreciar la belleza y esa química de la que hablábamos, también podemos percibirla, nuestra mano es la que roza y nuestros sentidos los que son también estimulados, con sonidos, olores, sensaciones y frente a nosotros hay una persona, un ser, un cuerpo expuesto, esperando y ya entregado a una catarata de estímulos y emociones para un fin: sentirse mejor.
Pero la gran pregunta, la que ha sido un mito y lo seguirá siendo es: cuál es la barrera entre el placer y la excitación, el límite de lo sensual con lo sexual, cuál es el detonante el cada uno de esos seres. Autocontrol es la respuesta, simple y llanamente autocontrol.
Nuestra genética nos manda, nuestra carga animal, el ritual de ver cuánto puedo controlar y cuánto puedo controlarme. Ese juego de dejar y ser dejado, la capacidad de manejar la distancia entre el objeto y el deseo... definitivamente un punto interesante de la mente humana.
Pero, sin lugar a dudas esa línea esta allí, y quién puede decir que está bien y que está mal, nadie hace lo que no quiere. Entonces, entreguémonos al placer de intercambiar emociones, sensaciones, paz y relajación y que cada uno, decida estar de un lado, del otro o simplemente caminar por encima de esa delgada línea…

Fabio G Salvatierra
Lymphatic therapist

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